mi mesa de trabajo
hoy por hoy que soy pobre
en palabras. De un tajo
troncharía el pabilo
el ateo que fui
pero ahora ese asilo
que es la duda ni sí
ni no responde a quien
--mi viejo yo-- pregunta
si creo en Dios. Más bien
soy alguien que barrunta
y ya no necesita
verdades ni las grita.
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