pero mejor. Disfruto, pleno, de consagrarme
al arte de escribir versos con que encontrarme
conmigo mismo. Tuve que prescindir del lodo
(la camorra mental) que asfixiaba, dañino,
mis horas de lectura: disciplina y amor
por los libros que cada jornada --¡grato ardor!--
alimentan las letras que trazo, peregrino
ya con cayado propio. La meta es persistir,
caracolito de Issa metódico, en el diario
sendero que hacia el Fuji conduce. Soy canario
que en su jaula optativa canta sin presumir.
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