más temprano que tarde
(incluso en el presente
pocos leen mis cosas),
tendría que abjurar
de una vez de mi enorme
ambición y escribir
más allá de los otros.
Y de mí mismo. (Nunca
se quejan las marismas
de su puesto en la tierra.
Nunca se contradicen.)
Ser el perro que ladra
sólo a los enemigos.
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