la pulsión asesina
que juega con mi mente
y dispone a su antojo
máscaras y temáticas
escabrosas. No trato
de acallarla. Más bien
la diluyo: no doy
crédito a las astucias
de que se vale. Sí:
yo, el escindido, creo
un teatro en que nadie
se salva; no yo mismo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario