a mi enemigo. Come
todo lo que le sirvo
y no se sacia nunca.
No está en calma mi mente
sino que es una cueva
en la que ese gigante
masca mi pesadilla.
Quiere más, quiere más.
A veces un mendrugo,
otras veces un pueblo
entero. Yo lo trato
de siempre. Es mi Señor.
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