cierta clave del mundo,
cierta como evidencia
insoslayable (diga
Freud lo que quiera), ahora,
cortadas las amarras
de ese puerto, llegado
no sé a dónde, sin nave
en que volver: arar
otra tierra. Tan sólo
por conocer de nuevo
el grano del olvido.
Catorce letras tienen el nombre y apellido con que firmás. Podría escribir un soneto en el que encabezaran cada línea. Infinitas las p...
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