Amargamente escribo
todavía poemas.
Ya son cuarenta y ocho
noviembres en el mundo
y mi otoño llegó:
hasta el más sano escupe.
Perdemos, al llegar
a esta edad, nuestros sueños,
nuestro candor. Odiamos
como perros. No obstante,
pergeñamos delicias
evanescentes en
nuestros versos. Qué farsa.
(Todos tenemos tales
carrasperas gruñonas.)
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