Ya ha pasado por hoy
el infierno que ocupa
a los hombres durante
el día. Ya la noche
recupera el sabroso
silencio que permite
que las palabras salgan
despojadas del hilo
de baba que la luz
esparce, reverbero
de malestar. Sufrir
el sol por varias horas
y canturrear, esclavos
que se olvidan de un mundo
que los quiere de cal.
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