mi espalda de lector,
cuando cae la noche,
no da más de torcida.
Dolor sordo y angustia
que piden que me aleje
por fin de esos raíles
que son como un calvario.
Porque hay que redondear.
Que se callen los libros.
Falta hacer el poema
que lo compense todo.
Merecida revancha
a que me entrego a gusto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario