Como el perro no sabe
que se incendian los bosques
cada vez más seguido,
come tranquilo y duerme
y ladra y toma un poco
de agua cada tanto.
No ha sentido la sed
que la imaginación
nos adelanta. Es cierto:
hay fuerzas poderosas,
no tan extrañas, y
destructivas y astutas.
El perro no imagina;
percibirá las llamas
sólo cuando estén cerca.
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