lejos de los amigos
y se arriesga por sendas
que muy pocos conocen.
No hay subterfugios. Hay
que llegar a la cumbre
de una montaña azul
donde imperan las águilas.
Uno tasca y prosigue.
Las ventiscas le muerden
la piel sin el perdón
de las tristes llanuras.
Uno escribe en silencio
su propio mediodía.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario