que ven tus ojos; esos
sonidos que te llegan
más o menos distintos;
el afuera, en resumen.
Y el mundo de palabras,
de recuerdos e imágenes
que los demás ignoran,
adentro. Pero más
es el silencio, el dulce
callar y la quietud
de todo. De tu mente
podés decir que habita
en un lar invisible
para los otros: lo
nombrás y pocos te oyen.
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